«Las tecnologías de vigilancia que supuestamente sirven para rastrear animales pueden utilizarse fácilmente para rastrear personas, invadiendo su intimidad y alterando su comportamiento », concluye Sandbrook.
Las mujeres acuden a diario a este bosque indio para recolectar diversos productos forestales no madereros, como leña, hierbas o fruta, y esta actividad no sólo es una parte importante de la economía familiar, sino también de su propia identidad. El bosque representa un espacio fundamental de socialización para estas mujeres y a veces desempeña un papel importante para escapar de la violencia doméstica que sufren u olvidar sus problemas durante un tiempo.
Mujeres que antes se habían refugiado en el bosque, lejos de sus aldeas dominadas por los hombres, contaron a Simlai que sienten que las cámaras trampa las vigilan y las retienen, por lo que hablan y cantan mucho más bajo. Esto aumenta la probabilidad de encuentros inesperados con animales salvajes potencialmente peligrosos, como elefantes y tigres. Una mujer a la que entrevistó murió más tarde por el ataque de un tigre.
«El trabajo de Simlai es muy relevante porque demuestra que los dilemas éticos y los riesgos que plantea la creciente adopción de tecnologías digitales para mejorar la defensa biológica tienen una dimensión de género muy importante, hasta la aparición de diversas formas de violencia contra las mujeres .
